“El
Regreso a la Tierra Prometida”.
Cap.
VIII
Hemos colocado la leyenda, enseñanza, por
separado en otras oportunidades. La vamos a ligar en estos capítulos para la
COMPRENSION de todas y todos Uds.
LA LEYENDA LUCIFERINA DE HIRAM ABIFF
En
los Ritos masónicos, existen grandes misterios pertenecientes a
la tradición masónica del siglo XVIII, repleta de
rosacrucismo, templarismo, iluminismo, ocultismo... Uno de los Misterios
más profundos de los Ritos masónicos es la leyenda de Hiram Abiff, presente
esencialmente en el grado Maestro. Desde la Maestría Masónica, que
pertenece a la fase alquímica Obra al Negro, la historia de Hiram Abiff
nos ofrece Luz y nos conduce a los grados de la fase alquímica Obra al
Blanco. Vamos a abordarla en todo su contenido.
HIRAM
ABIFF EN LA BIBLIA
De
entre los varios personajes que con este nombre son llamados en la Biblia,
el que los masones consideran maestro de maestros es Hiram Abiff, natural
de Tiro, artesano fundidor y héroe de la leyenda masónica asociada al
grado Maestro. La historia de Hiram Abiff que aparece en el Antiguo
Testamento de la Biblia o en la Torah hebrea es la siguiente.
Cuando
los hebreos volvieron a la tierra prometida,
el rey David comenzó a construir el Templo de Jerusalem, el Templum Domini
(El Templo del Señor). Tras la muerte del rey David, su hijo el
rey Salomón, bajo la influencia del profeta Natán, prosiguió
la construcción del Templo. El lugar elegido para la construcción fue
el famoso Monte Moria (relacionado con el término mara, es decir
visión, revelación).
En
la obra, Salomón contó con la ayuda de un amigo de su padre David, Hiram,
rey de Tiro en el siglo XI ANE, quien aportó una cantidad de material
considerable para el edificio (oro, cipreses, cedros), acercándolos por
mar al punto más próximo a Jerusalem. El rey Hiram de Tiro también le
prestó algunos masones a Salomón para que éste culminase la gran obra que
suponía la construcción del Templo. Y Salomón como recompensa concedió al
rey de Tiro la posibilidad de sacar de sus estados cada año 20.000 medidas
de trigo, 20.000 de aceite…, entregándole unas veinte ciudades de Galilea
y enviándole obreros para sus necesidades.
Hiram
de Tiro, repleto de afecto, por último, le envió a Salomón un artista en
quien moraba el espíritu de la Sabiduría. Hijo de una mujer de la tribu
Neftalí y de un trabajador del latón llamado Ur (fuego, luz), de nombre
Hiram (vida eterna) y Abiff (padre mío, el fundidor), Hiram Abiff era un
Maestro “lleno de sabiduría, de entendimiento y de conocimiento para hacer
toda suerte de obras de bronce; y vino al rey Salomón, y fue quien hizo
para él toda su obra”. (I Reyes, 7, 14).
Los
obreros masones de Hiram Abiff quedaron divididos en
aprendices, compañeros y maestros, y cada grado poseyó unos signos, unos
toques y unas palabras secretas.
El
Antiguo Testamento de la Biblia, sobre la evolución de la obra, nos dice:
“Hiram
Abiff fundió dos columnas de bronce. Tenía cada una dieciocho codos de
alto, y un hilo de doce codos era el que podía rodear cada una de las
columnas. No eran macizas, sino huecas; el grueso de sus paredes era de
cuatro dedos. Fundió capiteles de bronce para encima de las columnas; de
cinco codos de altura uno y de cinco codos de altura el otro... Erigió
primero la columna de la derecha y le dio el nombre de Jakin, y luego la
columna de la izquierda y le dio el nombre Boaz. Como remate de las
columnas había una especie de lirio. Así fue acabada la obra de las
columnas”. (I Re 7, 15-22). Según el Antiguo Testamento, tras esto, Hiram
Abiff preparó más decoración del Templo, fundiendo las obras en una
conocida explanada cercana al Jordán.
Una
cuestión distinta a la Biblia es la leyenda masónica del grado Maestro que
tiene relación con Hiram Abiff.
LA
LEYENDA LUCIFERINA DE HIRAM ABIFF
La
leyenda de Hiram Abiff que aparece en la Maestría Masónica explica que
estando cerca la terminación del Templo, Salomón encargó a Hiram Abiff que
realizase el diseño de todas las obras de decoración del Templo. Éste
instaló el taller de fundición en una explanada no lejos del Jordán y
otorgó a los masones tres categorías: Aprendiz., Compañero y Maestro,
enseñándoles signos, toques y palabras de paso. Habían 70.000 aprendices,
8.000 compañeros y 3.600 masones.
Cuando
el Templo estaba a punto de ser terminado, la reina de los sabeos Balkis,
princesa cuya belleza era célebre en todo Oriente, viajó a Jerusalem para
conocer a Salomón, pero el encuentro no resultó del todo afortunado.
Balkis, tras conocer por el cuervo Hud-Hud un asunto relacionado con la
cepa de vid que se encontraba junto al altar, recriminó a Salomón: “para
asegurar tu propia gloria has violado la tumba de tus padres; y esta
cepa...” Y éste respondió con serenidad “que en su lugar elevaré un altar
de porfirio y de maderas de olivo, que haré decorar con cuatro serafines
de oro”. “Esta viña - dijo Balkis- ha sido plantada por Noé, tu
antepasado. Al levantarla de cuajo has cometido un acto de rara impiedad.
Por ello, el último príncipe de tu raza será clavado en este madero como
un criminal. Pero el suplicio salvará tu nombre del olvido y hará llover
sobre tu casa una gloria inmortal”. Balkis añadió que quería conocer a
Hiram Abiff y, finalmente, lo consiguió. Tras conocerlo, argumentó que
deseaba conocer a los masones y Salomón se negó. Pero el genial Maestro
por excelencia, Hiram Abiff, subió en ese instante a un bloque de
granito y con la mano derecha realizó un signo parecido a la T,
relacionado con Tiro, Tubalcaín...; y los masones se reunieron y guardaron
un silencio y una quietud asombrosos.
Algunos
días después de los hechos narrados, Bedoni, ayudante y fiel discípulo de
Hiram Abiff, sorprendió a tres compañeros: Fanor el sirio (albañil), Anru
el fenicio (carpintero) y Matusael el judío (minero), planeando sabotear
la obra. Y la obra resultó momentáneamente saboteada, provocando que un
Bedoni desesperado por no haber advertido a tiempo a Hiram se lanzase a la
ardiente lava. Hiram Abiff, desolado por el fracaso, se retiró llorando y
entonces soñó el sueño más importante de su vida. Tubalcaín lo transportó
al Monte Zión y al centro de la tierra y le transmitió la
tradición luciferina más pura y excelsa:
“De
la fundición que brilla enrojecida en las tinieblas de la noche se alza
una sombra luminosa. El fantasma avanza hacia Hiram, que lo comtempla con
estupor. Su busto gigantesco está presidido por una dalmática sin mangas;
aros de hierro adornan sus brazos desnudos; su cabeza bronceada encarnada
por una barba cuadrada, trenzada y rizada en varias filas, va cubierta por
una mitra de plata dorada; sostiene en la mano un martillo de herrero. Sus
ojos, grandes y brillantes, se posan con dulzura en Hiram y, con una voz
que parece arrancada de las entrañas del bronce, le dice:
-Reanima
tu alma, levántate hijo mío. Ven sígueme. He visto los males que abruman a
mi raza y me he compadecido de ella...
-Espíritu,
¿quién eres? (pregunta Hiram)
-La
sombra de todos tus padres, el antepasado de aquellos que trabajan y que
sufren. ¡Ven! Cuando mi mano se deslice sobre tu frente, respirarás en la
llama. No temas nada. Nunca te has mostrado débil...
-¿Dónde
estoy? ¿Cuál es tu nombre? ¿Adónde me llevas? (dice Hiram)
-Al
centro de la Tierra,
en el alma del mundo habitado. Allí se alza el palacio subterráneo de
Enoc, nuestro padre, al que Egipto llama Hermes y que Arabia honra con el
nombre de Edris...
-¡Potencias
inmortales! (exclama Hiram) Entonces es verdad. ¿Tú eres...?
-Tu
antepasado, hombre, artista..., tu amo y tu patrono. Yo fui Tubalcaín.
Llevándole
como en un sueño a las profundidades de la Tierra, Tubalcaín instruye a
Hiram Abiff en lo esencial de la tradición de los cainitas, los herreros,
dueños del fuego.
En
el seno de la Tierra,
Tubalcaín muestra a Hiram la larga serie de sus padres: Iblis, Caín, Enoc,
Irad, Mejuyael, Matusael, Lamec, Tubalcaín...
Y
entonces le transmite a Hiram la tradición luciferina: Al comienzo de los
tiempos, hubo dos dioses que se repartieron el Universo, Adonai, el amo de
la materia y el elemento Tierra,
e Iblis (Samael, Lucifer, Prometeo, Baphomet), el amo del espíritu y el
fuego. El primero creó al hombre del barro y lo animó. Iblis y los
Elohim (dioses secundarios) que no quieren que éste sea un esclavo de
Adonai, despiertan su espíritu, le dan inteligencia y capacidad
de comprensión. Mientras Lilith (hermana de Iblis, Samael, Lucifer, Baphomet...)
se convertía en la amante de Adán (el primer hombre) enseñándole el arte
del pensamiento, Iblis seducía a Eva y la fecundaba y, junto con el germen
de Caín, deslizaba en su seno una chispa divina (según las tradiciones
talmúdicas Caín nació de los amores de Eva e Iblis, y Abel de la unión de
Eva y Adán).
Más
tarde, Adán no sentirá más que desprecio y odio por Caín, que no es su
verdadero hijo. Caín dedica su inteligencia inventiva que le viene de los
Elohim, a mejorar las condiciones de vida de su familia, expulsada del
Edén y errante por la tierra.
Un
día, cansado de ver la ingratitud y la injusticia, se rebelará y matará a
su hermano Abel.
Caín
aparece ante Hiram Abiff y también le explica su injusta situación,
añadiendo que en el curso de los siglos y los milenios, sus hijos, hijos
de los Elohim e Iblis, trabajarán sin cesar para mejorar la suerte de los
hombres, y que Adonai, celoso tras intentar aniquilar a la raza humana
tras el diluvio, verá fracasar su plan gracias a Noé, que será ‘avisado
por los hijos del fuego'.
Al
devolver a Hiram a los límites del mundo tangible, Tubalcaín le revela que
es el último descendiente de Caín, 'último príncipe de la sangre' del
Ángel de Luz e Iblis, y que Balkis pertenece también al linaje de Caín,
que es la esposa que le está destinada para la eternidad”.
Tras
regresar al Templo conducido por Tubalcaín, Hiram Abiff está aturdido por
el sueño y las visiones, acaba la obra y se une a Balkis.
Casi
terminadas las obras del Templo de Jerusalem, tres compañeros que veían
difícil ser admitidos en la Maestría Masónica, decidieron conseguirla por
la fuerza. Apostados cada uno en una puerta del Templo, invitaron a Hiram
a desvelar sus secretos. Como éste no quiso revelarlos, cada uno le asestó
un golpe (uno con una regla sobre el gaznate, otro con una escuadra de
hierro sobre el pecho izquierdo y un tercero con un mazo en la frente) y
lo hirieron de muerte. Los asesinos escondieron el cuerpo sin vida de
noche en un bosque, plantando sobre su tumba una rama de acacia (símbolo
de la inmortalidad y la Maestría). Hiram fue descubierto y vengado.
Su cuerpo reposó en el Monte Zión, a unos pocos metros de la Puerta
de Zión.
LEYENDA
Y TRADICIÓN LUCIFERINA
Hemos
apreciado varias cuestiones de interés: Hiram Abiff en la Biblia, la
leyenda de la Maestría Masónica, el luciferismo de Hiram Abiff y sus
antepasados, la tradición luciferina, etc. Repasemos algunos puntos de
sumo interés.
El
árbol genealógico de Hiram Abiff, según la tradición luciferina es:
1.
El Dios Supremo y Desconocido
2.
Iblis (Samael, Prometeo, Lucifer, Baphomet…) y Eva
3.
Caín y Lebuda
4.
Enoc y Naema
5.
Irad y Naema
6.
Mejuyael y Naema
7.
Matusael y Naema
8.
Lamec y Tsilla (Sela)
9.
Tubulcaín y Naema
10.
Ur y una viuda
11.
Hiram Abiff y Balkis
Y la
genealogía de Hiram Abiff de la tradición luciferina que acabamos de
describir, sin lugar a duda, por tanto, se puede considerar totalmente
“luciferina” o ligada al dios de la Luz por varios motivos:
-Hiram,
el fundidor de Tiro, era hijo de una viuda de la tribu de Neftalí (I
Reyes, 7-13) o de Dan. Esas dos tribus hebreas fueron las que volvieron al
becerro de oro y renunciaron al elaborado por Moisés. Un hecho
significativo.
-Hiram
tuvo por padre a un tirio, también fundidor, llamado Ur. En hebreo, esa
palabra significa “Luz”. Recordemos la importancia de la Luz con
mayúsculas en toda la ruta luciferina.
-La
leyenda de Hiram nos cuenta que éste fue instruido, durante un descenso al
centro de la Tierra,
por Tubalcaín, su antepasado fundidor. Y Tubalcaín, por cierto la palabra
de paso en la Maestría Masónica, es citado en el Génesis 4-22 de la
siguiente forma: “Sela parió a Tubalcaín, forjador de instrumentos
cortantes de bronce y de hierro. La hermana de Tubalcaín era Naema”. El
rabí Simeón (a quien se atribuye el Zohar, el principal libro de la
Cábala) nos aclara: “Naema era la madre de todos los demonios (sic),
porque procedía del lado de Caín”. Naema es hermana y esposa de Tubalcaín,
lo mismo que Isis es hermana y esposa de Osiris.
-Tubalcaín
es un antepasado cercano de Hiram Abiff y la séptima generación nacida de
Iblis (Samael, Prometeo, Lucifer, Baphomet…), el dios de la Luz y Ángel de
Luz en la tradición judía, como se puede ver en el árbol genealógico de la
tradición luciferina descrito más arriba. Con lo cual, podemos asegurar
que Hiram Abiff tenía por antepasado directo a Tubalcaín e Iblis, el dios
de la Luz.
-Todo
lo expuesto no sólo muestra que Hiram Abiff pertenece a una genealogía
“luciferina”, sino una clara ligazón de éste y sus antepasados con el dios
de la Luz, llamado como hemos dicho Iblis (Samael, Lucifer, Baphomet,
Prometeo…).
Los
Misterios relatados pertenecen a la Iniciación Primordial que fue a parar
a las masonerías operativas de Egipto, de Israel… Recogidos por el
escocismo y memphis-misraïm, por los Ritos de la Orden Illuminati y la
Societas OTO, por el Sistema denominado Rojismo, esos Misterios son
fundamentales en la iniciación.
El
deber de los iniciados es “descubrir” la auténtica tumba de Hiram Abiff
para poseer su Luz y sus Misterios. Así descubren de quien descienden y
quienes son, alcanzando la iniciación completa. Unos buscan la tumba en el
interior del templo, mientras que otros dirigen sus pasos hacia el Monte
Zión y las entrañas de la Tierra.
Incuestionablemente: “TODO ESTO ESTA DIRIGIDO A
LA ESENCIA, QUIEN CUANDO DESPIERTA LO COMPRENDE.
Paz
Fuerza Amor.
En Cristo.
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