El velo que vela las INICIACIONES.
En algunos escritos anteriores hemos manifestado lo siguiente: “Desde un punto cero y misterioso, de un lugar reflexivo, de un instante preciso de Auto-observación radical consigo mismo, se da inicio al primer paso hacia adentro y hacia arriba.
Misterioso movimiento tetradimensional dado en las Grandes Escuelas de Misterios de los Siete rayos sustentadores de la vida por los que dejan el valle del dolor, la mecánica e ignorancia, me refiero al INICIADO, al caminante de todos los puntos cardinales del ESOTERISMO”.
Como medio de orientación diremos lo siguiente: Todos hablan; aunque no lo sepan y practiquen; del desdoblamiento ASTRAL. Escriben y dan por hecho que todo el mundo posee cuerpo Astral y sus facultades, me refiero a los Chacras, Iglesias o sentidos internos; lo cual no es cierto, hay que fabricarlo.
Y esa labor esta íntimamente relacionada con las Iniciaciones.
Existe un desdoblamiento hacia fuera y otro hacia adentro, pocos saben de este, el hacia adentro y que es el mas importante ya que ese nos permitirá la auto-realización intima del ser y la eliminación del EGO.
Damos a conocer através de un maravilloso escrito de Jorge Adoum; mago JEFA; entre velos para el que pueda ver vea, lo que es hacia adentro y hacia arriba en los procesos INICIATICOS.
LA INICIACIÓN HEBRAICA
Y SU RELACIÓN CON EL HOMBRE
71. El Tabernáculo en el desierto es el símbolo del cuerpo físico en
el desierto de la
materia. Cuando el hombre fue dotado de mente perdió la vista
espiritual porque dedicó
todos sus pensamientos al mundo externo. Entonces el Señor reveló a
los guías de la
humanidad (los maestros internos) la manera de volver al mundo
espiritual por el camino
de la mente o el pensamiento. Así el Tabernáculo o cuerpo le fue dado
al hombre para
hallar a su Dios.
72. La Pirámide de Egipto se asemeja al Tabernáculo diseñado por
Jehová: ambos
eran la representación del cuerpo humano, ambos entrañaban la
incorporación de
grandiosas verdades cósmicas ocultas tras el velo del simbolismo,
cuyos objetivos son la
unión del hombre con el Íntimo mediante el pensamiento.
Esa idealización divina le es dada al hombre que hace alianza con
Dios,
comprometiéndose a servirle y ofrecer la sangre de su corazón,
llevando una vida de
servicio sin buscar provecho alguno para sí.
73. El Tabernáculo estaba orientado del Este al Oeste; el Este del
hombre es su
frente o parte anterior; el Oeste es la parte inferior. El aspirante
entraba por la puerta
oriental, siguiendo el camino del astro del día, y continuaba andando
hacia el frente, hacia
el Occidente: tocaba el Altar de las Ofrendas o Altar de los
Sacrificios (que está en el bajo
vientre), donde ellas eran quemadas; después llegaba al Lavabo de
Bronce (el hígado y la
purificación por el servicio o prueba del agua) para penetrar, en
seguida, en el vestíbulo,
estancia oriental llamada Lugar Santo y, por fin, en la parte
occidental, el Sanctasanctórum,
donde se hallaba el Arca de la Alianza, el símbolo más grandioso de
todos.
74. De la misma manera anduvieron también los Tres Magos de Oriente
(los tres
cuerpos del hombre) guiados por el pensamiento, la Estrella del Cristo
Interno, hasta llegar
a Bethleem-Belén, casa de carne, donde reside el punto central de la
Divinidad nacida en
forma humana.
75. La puerta del Tabernáculo se hallaba en la fachada oriental.
Estaba cubierta con
una cortina de lino de tres colores - azul, escarlata y púrpura - que
representan los tres
aspectos o Personas de la Divinidad. “Dios es Luz”, dice San Juan,
pero la luz blanca se
refracta en tres colores primarios, en la naturaleza y en el hombre.
El rojo corresponde al
Espíritu Santo: en el hombre, está en la sangre, cuando se pone en
contacto con el aire; el
amarillo es el color del Hijo que fulgura en el corazón, mientras que
el azul es el color del
Padre, que flota, como bruma, en las quebradas de las montañas
lejanas, en la cabeza. El
amarillo del Hijo mezclado con el azul del Padre da el color verde
vegetal de la naturaleza;
es el color de la vida y la energía. El amarillo con el rojo producen
la sangre purpúrea de las
venas como consecuencia del error y el pecado.
21
En aquellos tiempos no aparecía aún el amarillo puro en el velo del
Tabernáculo
porque Cristo no se había manifestado en el Hombre para tejer el
“traje dorado de la boda”
del alma humana que fue la novia de Cristo en lenguaje místico.
Esos tres colores significaban también las tres religiones
consecutivas del hombre:
el rojo, la religión del Espíritu Santo en épocas pasadas; el
amarillo, la del Hijo, en la
actual; y el azul, la del Padre, en el futuro.
Vendrá el día en que los tres colores del hombre, emancipado de las
restricciones de
la ley, se entremezclarán y, girando en torno del Íntimo, formarán,
con la Unión, la luz
blanca, síntesis de todos los colores.
76. El altar de Bronce estaba colocado a la entrada Este del
Tabernáculo, en el
vientre del hombre. En aquel altar sacrificaba algo de la propiedad
material que poseyó,
para que sea consumido por el Fuego; así como el sacrificante sentía
la pérdida del animal
de su propiedad, así también, con el mismo dolor y la misma pena,
sentimos hoy el
sacrificio de un hábito o vicio animal caro a nuestros sentidos (tal
es la prueba del fuego).
La primera lección dada al candidato es el sacrificio de sus propios
instintos
animales. El animal era sacrificado por su amor, por su propio bien en
el Altar de Bronce;
el candidato debe también sacrificar todo su bienestar, por amor a los
demás, en el altar de
su instinto (el vientre).
El Tabernáculo en el desierto era una sombra o proyección de las cosas
mayores que
habían de venir, dice San Pablo. Y todas esas cosas están dentro y no
fuera del hombre.
77. Todo hombre debe construir su propio Tabernáculo, o sea su Cuerpo-
Templo;
debe convertirse en Altar del Altísimo y ser el sacerdote y la hostia
a la vez; debe ser, al
mismo tiempo, el sacrificante y la oblación o sacrificio que en él se
ofrece. Y como
Sacerdote debe degollar allí al animal y quemarlo por amor a los
demás.
El fuego con densa nube de humo que flotaba sobre el Altar de Bronce y
que
consumía a la víctima es nuestro remordimiento que consume nuestros
yerros y faltas. El
fuego del remordimiento está escondido por la Divinidad Interna; es el
único purificador de
nuestros vicios. Sin embargo, aunque al principio nos moleste su humo,
en él se refleja la
Luz que puede servirnos para llegar al mundo de la Unidad, mundo de la
pura luz de la
Verdad.
Tenemos que sacrificar nuestros instintos en el altar de nuestro Dios
Íntimo,
quemarlos con el remordimiento para que seamos perdonados y que se
cumpla en nosotros
lo que dice el salmista: “Aunque sus pecados sean tan rojos como la
escarlata, quedarán tan
blancos como la nieve”.
Después de la purificación por fuego en el Altar de Bronce y de quedar
limpio de
los instintos animales, caros a sus sentidos, el aspirante debía
lavarse en el Lavabo de
Bronce, gran pila que se mantenía siempre llena de agua.
78. El hígado es el Mar Rojo - el de los deseos -; los hebreos
tuvieron que cruzarlo
durante su éxodo hacia la tierra de promisión, hasta Jerusalén (ciudad
de la paz, el cuerpo
humano limpio de los deseos inferiores); es el Altar de Bronce donde
los instintos animales,
situados en la parte inferior del vientre, deben ser quemados por el
fuego del
arrepentimiento. El Lavabo de Bronce es la depuración de los deseos
inferiores en la región
del hígado; es la santificación y consagración por el servicio para
poder construir el
verdadero templo del Dios Interno. Y cuando salga del agua, sobre él
bajará el Espíritu
22
Santo en forma de paloma y se oirá la voz del Padre diciendo: “Este es
mí hijo bien
amado”.
79. Cuando el aspirante, en su viaje mental, ha pasado por el charco
de los instintos
en el bajo vientre y por el fuego de los deseos en el hígado,
encuentra el velo que oculta la
entrada del Templo Místico, ante el corazón.
Al correr el velo, el aspirante entraba en la estancia oriental
llamada Lugar Sagrado
o Lugar Santo, que no tenía abertura alguna por donde pudiese pasar la
luz exterior, por lo
cual día y noche estaba iluminado por una luz interna.
Coloque el aspirante su cuerpo en disposición para comprender esos
símbolos
sagrados y procure penetrar con el pensamiento en la parte interior
del pecho, tratando de
ver lo que hay adentro.
Igual que en el Tabernáculo, verá mentalmente los objetos, único
mobiliario del
Lugar Santo o pecho: el Altar del Incienso (el corazón), la Mesa de
los Panes de la
proposición (los pulmones) y el Candelabro de Oro del que provenía la
Luz (los siete
centros luminosos, llamados chakras, en la espina dorsal del hombre).
Únicamente el sacerdote (Iniciado) podía cruzar el velo exterior y
entrar.
80. En el Lugar Santo se encuentra, al lado izquierdo, el Candelabro
de Oro de las
siete luces. Son los siete Ángeles ante el Trono del Señor y con esas
luces iluminan el
mundo interno del hombre.
En la mesa de la proposición (pulmones) había doce panes (que
corresponden a los
doce signos zodiacales) elaborados por las doce facultades del
Espíritu o doce glándulas
internas que participan en la preparación del pan de la vida para
desarrollo del alma. El
propio Íntimo nos las dio por medio de los doce departamentos bajo el
dominio de las doce
jerarquías. Esos panes deben alimentar el alma de cada hombre al
servicio de los demás.
81. El Altar de Oro del Incienso es el corazón donde el Iniciado
Sacerdote debe
quemar el Aroma del Servicio y del Amor en el Lugar Santo, antes de
poder penetrar en el
Sanctasanctórum.
El animal (el error) fue quemado en el Altar de Bronce; el incienso
(el servicio) se
quema en el Altar de Oro o del Incienso, ante el Señor. El error es
quemado por el
remordimiento, el servicio es quemado por el fuego puro del Amor
Impersonal. El olor del
fuego del arrepentimiento es nauseabundo y el olor del servicio es
fragante.
Una vez ofrecido su servicio, como incienso, en el Altar del Corazón,
ya puede el
aspirante levantar el segundo velo para penetrar, en su ascenso, en la
estancia occidental
llamada el Sanctasanctórum.
82. El Sanctasanctórum es la cabeza del hombre, saturada de una
grandeza Divina.
Nadie podía entrar en esa habitación sino el Sumo Sacerdote y el
Hierofante Mayor, una
sola vez al año. Todo el Tabernáculo es Santuario de Dios, así como el
cuerpo físico del
hombre es la residencia del Íntimo; sin embargo, en la cabeza o
Sanctasanctórum se
manifiesta la gloria de Shekinah. Por eso, nadie más que el perfecto
Hierofante puede
penetrar en él, una vez al año, el día de la Propiciación.
En el extremo occidental del Sanctasanctórum (la cabeza), es decir en
la parte
extrema al Oeste del Tabernáculo, descansaba el Arca de la Alianza.
Era un receptáculo
cóncavo que contenía el Vaso de Oro del Maná, la Vara de Aarón y las
Tablas de la Ley.
El Arca de la Alianza es la forma interior de la cabeza del hombre, y
representa el
desarrollo de ella en todas las edades.
23
En el subconsciente están escritas las leyes divinas y naturales que
le dictan, como
dice San Pablo, la manera de trabajar con ellas sin quebrantarlas; de
ese modo se convierte
en servidor de las leyes por amor a las leyes.
El Vaso de Oro del Maná es la mente que bajó del cielo Íntimo al
cuerpo humano
que posee la mente. Ese Espíritu en la cabeza, o Arca de la Alianza,
es el que da vida a los
órganos y está encerrado en el Arca de cada ser humano.
La Vara de Aarón es el principio Creador del hombre, que reside en la
médula desde
la glándula pineal y se manifiesta en el sexo. La glándula pineal es
la que comunica fuerza
espiritual creadora al Árbol del Edén para que dé sus frutos. Es el
origen de la fuerza
creadora del hombre que quiera utilizarla para la regeneración y no
para la degeneración.
83. Para llegar a Hierofante y poder entrar en el Sanctasanctórum,
todo aspirante
debe hacer florecer en él la Vara de Aarón por medio de la castidad.
A ambos lados del Arca de la Alianza (en el interior de la cabeza)
había dos
Querubines en actitud reverente. Adoraban el fuego ardiente de la
Gloria de Shekinah, de la
cual salía la Luz del Padre y comulgaba con sus adoradores.
Siguiendo mentalmente el viaje espiritual del aspirante, que ahora es
Hierofante, y
al llegar a la parte occidental de la cabeza (jardín del Edén, de
donde fue expulsado), vemos
a dos Querubines que impiden la entrada en el Edén. Son dos grandes
fuerzas representadas
por el Ángel de la Espada y el Ángel de la Guarda o Intercesor. El
primero es terrible: nos
espanta con su espada flamígera, anotando nuestras acciones. El
segundo es nuestro
intercesor o Custodio.
El primero obstruye nuestro paso con nuestra forma mental grosera,
hecha de
nuestros más bajos deseos y pasiones. El segundo reúne los átomos de
nuestras más
elevadas y sutiles aspiraciones, ideas y obras de servicio.
84. En el Altar de las Ofrendas debemos quemar los átomos del instinto
y en el
Altar del Incienso ofrecer los de los deseos, para poder entrar
nuevamente en el Reino de
Dios.
El centro del Sanctasanctórum está ocupado por el Triángulo Sagrado de
Shekinah,
que simboliza “la presencia de Dios en medio de nosotros”. Está
siempre iluminado y
representa el fuego del fervor y la llama. Luz de la Divina Presencia.
El Triángulo de
Shekinah simboliza la Trinidad del Absoluto o Íntimo en su
manifestación: el Padre en el
Átomo del entrecejo, el Hijo en el de la glándula pituitaria y el del
Espíritu Santo en el de la
glándula pineal.
Cristo fue el primero que con su sacrificio rasgó el velo y abrió el
camino al
Sanctasanctórum.
85. Cristo puso fin al santuario externo para erigir el Santuario
Interno.
El Altar del Sacrificio de los instintos purga las faltas. El
Candelabro de Oro debe
estar encendido en ese Santuario Íntimo para que Su Luz nos guíe a la
Unión con el Padre
que mora dentro de nuestra conciencia Divina.
86. Cuando ha sido hecho Sacerdote del Altísimo y entra en el
Sanctasanctórum
para unirse con el Padre, el aspirante debe salir nuevamente para
ayudar a sus hermanos en
el mundo y, una vez terminada su misión con ellos, debe ser
crucificado en el cráneo, ese
punto de nuestra propia cabeza por el cual sale el Espíritu,
definitivamente, al abandonar el
cuerpo con la muerte. El Gólgota es la meta del desarrollo humano en
la Iniciación
Cristiana, mas no en la Iniciación Hebraica, porque no había llegado
la hora.
24
87. Antes de la venida de Cristo, los hebreos se iniciaban en los
misterios del
Tabernáculo, aunque nunca llegaban hasta el sacrificio de sí mismos;
por eso la Iniciación
era incompleta.
88. Desde la venida de Cristo al mundo, la Iniciación Egipcia y la
Hebraica fueron
completadas por la Iniciación Cristiana cuya meta es enseñarnos a
imitar a Cristo, su
fundador, que trazó el camino único: entrar muchas veces,
espiritualmente, en unión con el
Padre para volver a sacrificarnos por los demás antes de dar el salto
final.
89. Resumen de la Iniciación Hebraica:
El instinto de la carne debe ser consumido en el Altar del Sacrificio
propio por el
remordimiento; el alma debe ser lavada y purificada de sus deseos.
Entonces el hombre
puede buscar su Íntimo en su templo interno.
En su búsqueda está iluminado por los siete rayos de las Siete
Virtudes; sus
pensamientos, palabras y obras se convierten en pan de la vida para
sus doce facultades del
Espíritu; su servicio impersonal será como el Incienso quemado por el
amor a los demás en
el altar de su corazón.
90. En tal estado, ya puede “ir al Padre, al cielo y el cielo está
dentro del hombre” y
puede identificarse con el Padre, convirtiéndose en Dios-Hombre,
consciente de su
Omnipotencia creadora desde el cielo de su mente por la Unión con el
Padre en la propia
conciencia divina, en la Gloria de Shekinah”.
Para bien de todos y cada uno en particular
Paz Inverencial
maeseanonimus
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.